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viernes, 4 de julio de 2014
HABÍA PERDIDO COMPLETAMENTE LA CABEZA
¿Qué no le vi hacer? Lloraba, chillaba, suspiraba; miraba enternecido, tranquilo o furioso. Era como una mujer que se desmaya de dolor, un desgraciado preso de la desesperación, un templo que se alza, pájaros que callan en el crepúsculo, aguas que murmuran en un lugar solitario y fresco o que descienden en torrente desde lo alto de las montañas; una tormenta, una tempestad, la queja de quienes van a perecer, mezclada al silbido de los vientos y al estrépito del trueno. Era la noche con sus tinieblas, la sombra y el silencio, pues el silencio mismo se pinta con sonidos: había perdido completamente la cabeza.
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