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sábado, 5 de julio de 2014

PANTOMIMA DE LOS MISERABLES

ÉL. - Tenéis razón. En todo un reino sólo hay un hombre que anda: el soberano. El resto toma posturas.

YO. - ¿El soberano? Sobre eso hay, quizás, algo que decir. ¿No creéis que de vez en cuando se encuentra al lado suyo un pie menudo, un moñito, una naricita, que le obliga a hacer un poco de pantomima como a los demás? Todo el que necesita de otro es indigente y toma una postura: el rey, delante de su querida y de Dios, hace su paso de pantomima; el ministro, ante su rey, el paso de cortesano, de adulador, de doméstico, de mendigo. La muchedumbre de ambiciosos danza ante el ministro las posturas de cien maneras, las unas más viles que las otras; el abate de condición, con calzoncillo y largo manteo, cuando menos una vez por semana, hace lo mismo ante el depositario de la lista de los beneficios. A fe mía, lo que llamáis pantomima de los miserables es el gran vaivén de la tierra.

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