Como ha pasado el tiempo, y esta joya de la literatura universal, me sorprende en cuanto a la oportunidad perdida de adentrarse en secretos de la civilización moderna, resulta desalentador no absorber las claves insertas en una primera lectura, lo satisfactorio es que en mi caso no queda pendiente lo que fue deseado desde un inicio: imaginar sin perder detalle el universo del amor romántico que expresa Stendhal en la figura de Julien Sorel y las heroínas Madame de Rênal y Mathilde de La Mole.
Pasear por el aburrimiento que rodea la vida francesa, y saber lo aniquilado que se encuentran las pasiones, recorrer la hipocresía de la alta sociedad y sentir lo extraño que resulta todo aquel que se impone transformar el status quo, ese romper la barrera de quien por falta de fortuna se ha visto desplazado a empezar desde la miseria para poder una vez lograda su ambición confrontar a quienes ostentan el poder.
El dinero en un mundo de aburrimiento se vuelve algo fútil, ¿cómo le haces para representarte una vida con novedad si todo se vuelve al final lo déjà vu? Y no hay una manera de enfrentarte al fracaso de la existencia, la rebelión ante lo establecido te coloca en la forzosa transgresión y en el motor que produce cualquier cambio que sería el espíritu romántico. ¿A dónde te llevará el arrojo y la liberación del alma prisionera en un mundo apagado en lo que a pasiones se refiere?
Cuando uno arriesga o ganas algo o pierdes tal vez todo, pero es esa lucha por no claudicar lo que coloca a quien no ha gozado la vida de la clase alta en la ruta hacia conseguir el sueño de volverse poderoso. Hay una burla a que no siempre se encuentra el cielo, pues la calidad de la mayoría de los arribistas está formada de gente sin escrúpulos y de la peor calaña, y entre la gente heredera de buena posición en las Cortes se encuentra también la comodidad y la modorra, además de que nunca para la cadena de la ambición. Entonces, no hay premio alguno, el buscar por el cielo de volverse adinerado, puede convertirse en la prisión de mantenerse en soledad y en guardia contra el tiempo que podría ser contrario a los intereses de prosperidad. Pero, Julien Sorel se vuelve por azar del destino alguien que consigue lo inimaginado.
Sí, en efecto, aprovecha de sus relaciones con mujeres, escalar posiciones que de otra manera sería imposible, se ve favorecido hasta por una mujer tan desconfiada como la coronela de Fervaques, y sigue la máxima de ser un mejor seductor todavía, aunque lo que le dificulta proseguir es caer enamorado. No es pues, alguien que piensa solamente en los beneficios de tal conquista amorosa, es alguien que se ve enredado en la magia del amor, su vida ha sido poseída por la prisión del amor, y se encuentra en la triste necesidad de conservar el fuego de una pasión que siempre dependerá de factores externos y de la extenuante lucha del ser humano por no dejarse robar la felicidad. Es trágico para Julien Sorel enterarse que quien a puesto fin a su idilio con Mathilde ha sido su más grande amor, una celosa Madame de Rênal. Y Julien queda sumergido en la locura cuando decide asesinar a Madame de Rênal, el gran arribista queda preso de una de las seducciones que ha realizado en su vida. El amor parece muy bello cuando hay libertad para estar con quien uno desee, pero si las garras de un error atrapan al seductor, la vida deja de ser el placer y se transforma en el infierno, de seguir un juramento o proseguir por el bien de la propia descendencia o de recordar lo que no se puede mantener en el olvido. Julien se olvida de que tendrá un hijo con Mathilde y sacrifica su libertad por el instante de furor que le provoca intentar matar a Madame de Rênal. Hasta dónde pueden llevar a romper la estabilidad el rencor y los celos.
Cuando Julien se encuentra en la cárcel, sabe que la felicidad es ese reencuentro con la mujer que planeaba asesinar. El interés general deseaba que se perdonara a Julien por haber sufrido un acceso de locura provocado por los celos. Pero Julien transforma su vida en una lucha de clases, y arremete contra la burguesía encumbrada, y les demuestra que a pesar de su origen humilde ha puesto en jaque al mundo establecido donde difícilmente se escala y se logra ser bien visto por la alta sociedad. Julien, el seductor, ha convertido su muerte por tratar de asesinar a la mujer amada en un suicidio político.
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