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lunes, 19 de mayo de 2014
IRÍA A POCOS PASOS DE LA CÁRCEL
Esta hermosa idea de morir cerca del objeto amado, expresada en cien modos diferentes, iba seguida de un soneto, en donde se decía que el alma, separada después de horrorosos tormentos, de ese cuerpo frágil en que había habitado durante veintitrés años y empujada por el instinto de felicidad natural a todo cuanto existe o ha existido, no subiría al cielo a sumarse a los coros angélicos cuando se viera libre y obtuviera, si lo obtenía, el perdón de sus pecados; sino que, más feliz después de la muerte, de lo que había sido su vida, iría a pocos pasos de la cárcel, donde gimiera tanto tiempo, a reunirse con lo que más había amado en el mundo. Y así, decía el último verso del soneto, habré encontrado mi paraíso en la tierra.
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