Un Coup de Dés Jamais N'Abolira Le Hasard
Sólo había siete cirios ardiendo, cuando Fabricio se acercó; notó esa circunstancia en su memoria con la intención de meditar luego sobre ello, cuando dispusiera de más tiempo.
-¿A cuánto el cirio? -preguntó a la vieja.
-A dos cuartos uno.
Y, en efecto, no eran más gordos que una pluma y no tenían ni un pie de largo.
-¿Cuántos cirios pueden ponerse aún en el triángulo?
-Sesenta y tres, puesto que están ardiendo siete.
"¡Ah! -pensó Fabricio-; sesenta y tres y siete hacen setenta; esto hay que notarlo también". Pagó los cirios, colocó por sí mismo y encendió los siete primeros; luego se puso de rodillas para hacer su ofrenda y al levantarse dijo a la vieja:
-Es por una merced que me ha hecho Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario