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sábado, 5 de julio de 2014

PERO EL DIOS SE HALLA AUSENTE

Remedaba al hombre que se enoja, se indigna, se enternece, demanda, suplica, y sin prepararse pronuncia discursos de cólera, de conmiseración, de odio y de amor; esbozaba los caracteres de las pasiones con una finura y una verdad sorprendentes. Después añadía: "Creo que es eso. He aquí lo que es encontrar un comadrón que sepa excitar, precipitar los dolores y hacer salir a la criatura. Yo hablo, tomo la pluma, quiero escribir, me muerdo las uñas y froto mi frente: Buenos días; es vuestro servidor. Pero el dios se halla ausente. Estaba persuadido de que tenía genio cuando al final de mi línea veo que soy un tonto. Pero no hay modo de sentir, de elevarse, de pensar, de pintar vigorosamente, frecuentando el teatro de personas tales como las que hemos de ver para vivir, en medio de las frases que se dicen y que se oyen, y de chismes como: "Hoy estaba encantador el paseo. ¿Habéis escuchado a la pequeña marmota? Trabaja que es una maravilla. El señor Fulano llevaba en su carroza unos caballos tordos, lo más bonito que puede imaginarse. La hermosa señora empieza a pasarse: ¿Es que a los cuarenta y cinco años se lleva un tocado como el suyo? La joven Perengana va cubierta de diamantes que no le cuestan nada". "¿Queréis decir que le cuestan caro, amigo?" "No". "¿Dónde la habéis visto?" "En El niño de arlequín perdido y encontrado". "La escena de la desesperación ha sido interpretada como nunca lo fuera. El Polichinela de la Feria tiene garganta, pero sin finura, sin alma. La señora quién sabe ha dado a luz dos niños a la vez: cada padre tendrá el suyo..." ¿Y creéis que esto, dicho y redicho, y escuchado todos los días, enardece y conduce a grandes cosas?

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