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jueves, 3 de julio de 2014

ARROJASE DE MI ALMA EL HORROR

Yo no sabía si quedarme o huir, reír o indignarme. Me quedé con el propósito de cambiar la conversación hacia otro asunto que arrojase de mi alma el horror que la llenaba. Empezaba a mortificarme la presencia de un hombre que discutía una acción tan horrible, un crimen tan execrable, como una persona inteligente en pintura o en poesía examina las bellezas de una obra de gusto; como un moralista o historiador eleva y hace brillar las circunstancias de una acción heroica.

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