YO. - Sí, me río de vuestra dignidad.
ÉL. - Cada uno tiene la suya. Estoy dispuesto a olvidar la mía, pero cuando se me antoje, y no por orden ajena. ¿Hace falta que se me diga: "¡Arrástrate!", para que esté obligado a arrastrarme? Es el modo de andar del gusano y el mío: le seguimos el uno y el otro cuando nos dejan; pero nos enderezamos cuando nos pisan la cola. ¿Me han pisado la cola?, pues me levantaré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario