Todavía me pregunto cuál es el delito de leer en un trabajo mientras estás desocupado, estás aprovechando el tiempo y si a los demás no les causa placer leer pues se mantendrán con curiosidad al ver cómo disfrutas una lectura tras otra. Pues por esa diferencia, uno que lee y los demás que no leen, se genera la envidia y entonces viene el bullying, hay que desestabilizarlo, ponerlo nervioso, que se encuentre tenso, y sucede que te ponen especialistas en crear terror, y te atrapa la paranoia, y viene la esquizofrenia, porque aunque creías que nada te afectaba, ese contacto negativo de gente que busca perturbar a un humilde lector obtiene sus frutos cuando enferma y es preso del delirio y las alucinaciones. Asombrado de las peripecias de Julián Sorel en el seminario donde es hostigado por todos sus compañeros porque lo consideran diferente. ¡Viva la diferencia! He crecido, madurado, y eso lo debo a seguir mostrando mi diferencia, lo que provoca que haya gente que no es feliz viéndome avanzar en la vida, y otra vez planean alguna trampa para el futuro, o quizá ya no les interesa, porque ¿a quién le preocupa que un lector se siga mejorando y con gran esfuerzo siga descubriendo tesoros que muchos ignoran, o que lo colocan a un nivel que puede responder a mentes lúcidas? Desgraciadamente al mundo le gusta estigmatizar y vuelve 'malditos' a todos aquellos que presumen de ser diferentes, pero avanzamos con paso firme a seguir siendo un mejor lector, no hay otro camino para quien ha escogido el reto de la comprensión de libros que nunca hubiera soñado poseer.
De romántico hay muchas anécdotas, no es ningún pecado imaginar el cielo en la tierra, aunque toda aventura se queda en el pasado. Tocar la mano de una mujer que al parecer tira su coraza de protección y te deja que recorras sus manos, las aprietes con cariño, deslices tus dedos por sus manos, fricciones con tu piel sus manos, frotes como puliendo un auto de lujo unas manos que atesoran caricias. Así me ha pasado una vez con mi amiga Paola de la librería Bookshelf, ella me gustaba, nunca se lo dije, aceptó mi recomendación de leer el "Maquiavelo para Mujeres" de Harriet Rubin, que solicitó a través de su librería, pero ese día que nos reconciliamos por un malentendido me dejó poseer sus manos, ella esperaba las palabras mágicas y al final me dijo: 'Eres un romántico". Pero luego, la volví a ver y la acompañé en su auto standard y mi mano sobre la suya cuando utilizaba la palanca de velocidades, al final fuimos a un bar que duró poco (Sportbar en el libramiento de mi ciudad) que contaba con mesas de billar, a Pao le gustaba jugar el pool y ya nunca fuimos a divertirnos viendo sus delicadas manos asestar golpes a la buchaca. Ahí volví a poner mi mano sobre las suyas y ella reaccionó sin enojo a que ya era suficiente en cuanto a tocar sus manos sin pudor, ya parecía Julián Sorel no dejando en paz las manos de Madame de Rênal. La volví a ver cuando la invité a un encuentro de Anime donde me gané el premio de compartir comida con voces de doblaje al español de "Los Caballeros del Zodiaco". Me late el corazón que por su mirada, ella quería más atrevimiento por parte mía, un beso en la mejilla indicando más quizá o me animaría a volver a tocarle sus manos, pero solo nos miramos con emoción y con esa intensidad de pasión en los ojos, nunca se llegó a nada, pero esta historia pudo haberme atrapado en las redes del amor, no fue así pero fue romántico. Saludos Paola donde quiera que te encuentres, estudiaba comunicación y periodismo, yo creo que logrará mucho en el futuro, y estaba trabajando para el canal de televisión estatal, ni modos nos quedamos con el recuerdo de sus manos.
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