El delito de Pussy Riot fue haberse inconformado con el apoyo ilegal del líder de la Iglesia Ortodoxa, el patriarca Kirill hacia que el pueblo ruso favoreciera la candidatura de su actual mandatario, Vladimir Putin. Efectivamente, se atrevieron a un hecho insólito, vulnerar un espacio sagrado consagrado al credo ortodoxo, pero también el actual mandatario, Putin, y su antecesor Medvedev, han hecho recorridos a sitios sagrados de la mano del patriarca Kirill. Realizar una plegaria punk, usando groserías para manifestarse en contra de Kirill y Putin, fue un atrevimiento insensato al denostar a estas figuras de primer orden del Sacrosanto Régimen Ruso. Pero, tal parece que la Iglesia Ortodoxa va acompañando como comparsa al poderío del gobierno de Putin. No excomulgaron a las integrantes de Pussy Riot, por lo cual se considera que como Iglesia Ortodoxa les interesa el arrepentimiento y la conciencia de las chicas punk de que han pecado al simplemente manifestar sus ideas dentro de la Iglesia, como si una visita de Putin o Medvedev no incurriera en un desafío al credo del sometido pueblo ruso. La idea de sufrimiento para la Iglesia Ortodoxa debe ser el mismo remordimiento de conciencia de quienes han pecado, y no debieron apoyar la decisión de Putin de enviar a trabajos forzados a Siberia a las chicas de Pussy Riot. El castigo de pena de muerte, el tratar de aniquilar a los presos con trabajos forzados, el debilitar mediante tortura el pensamiento de los criminales, no entra en las bondades del cristianismo que profesa la Iglesia Ortodoxa. ¿Pero qué vendrá después de Pussy Riot para reformar la actuación de la Iglesia Ortodoxa, quien debería proteger el espíritu del pueblo ruso contra las adversidades? Un fragmento de "Los Hermanos Karamazov" nos habla de los socialistas cristianos quienes buscan instaurar una sociedad con libertad y sentimientos cristianos, donde la criminalidad se reduzca al mínimo por la simple situación de que todos se juzgan integrantes de una comunidad que tiene el mayor precepto cristiano "Amar a los semejantes". Aquí este poderoso fragmento que anuncia la respuesta que surgirá dentro de la Iglesia Ortodoxa a su actitud acomodaticia con el poderío del régimen de Putin:
"No tememos gran cosa -me declaró- a todos los socialistas, anarquistas, ateos y revolucionarios; los vigilamos y nos hallamos al corriente de sus hechos y andanzas. Pero, entre ellos, existe una categoría especial no muy numerosa, desde luego, que es la de los que creen en Dios sin dejar de ser socialistas. He ahí a los que tememos más que a nadie: son una temible amalgama. ¡El socialista cristiano es mucho más peligroso que el socialista ateo!"
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