Asombrado con los primeros brotes de barba cana, tal parece que mi cabello también irá a teñirse de blanco.
Punto de cambio, Turning Point, hacia quién sabe que aventuras, destino o sucesos.
No me preocupa el ser soltero, quizá podría satisfacer a una joven de veintitantos pero creo que entra en conflicto si me uno a confinarme en la lata burguesa, y prefiero la dicha de sentarme en un bar y administrarme el gusto de complacer a mi soledad.
Ya soy viejo, por algo son las canas, y por ello mi gusto se vuelve exigente, ya me vuelvo crítico del sobrepeso y las lonjitas, pues yo me conservo y así parece que seguiré delgado como si tuviera mis ya idos veinte.
Y con respecto, a compartir relaciones con mujeres, me siento complacido de seleccionar las formas con las que me siento a gusto, no con afán de discriminar, pero sí con el juicio severo de quien ha visto y gozado lo suficiente. Así, no tengo una ansiedad o deseo en ir por la búsqueda de un tesoro escondido, creo que he sepultado lo que aprisiona a perseguir a la mujer perfecta y he dejado en paz y con felicidad a lo que atormentaba a mi corazón en cuanto a un afán de supervivencia de buscar, elegir, compartir con la compañera que apareciera en mi radar de intenciones futuristas.
Creo que es muy difícil complementarse buscando la media naranja, y quizá resulta imposible darse absoluta libertad, respeto a los momentos íntimos de crecimiento del ser, no complicarse a vivir como estampillas o fotos de álbum, sino quizá esperar una persecución de metas común y hasta el último estertor.
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